domingo, 23 de mayo de 2010

Introducción: Grandes Amistades (El Báculo de Güeyam)

Salíamos de clase, no serían más de las tres menos veinticinco o así…, no me apetecía nada ir a mi casa.

- Lydia, ¿te pasa algo? – me preguntó Jordi, un muchacho de espalda ancha y grandes ojos azules. Era, una cabeza, más alto que yo, más o menos, y estaba muy delgado.

- No, solo es que no quiero llegar a mi casa…

- ¿Por qué? – agregó Araceli que era la típica chica guapa, rubia de ojos verdes de baja estatura y que tenía a todos los chicos loquitos por ella.

En ese momento, lancé la mochila en el banco (más bien) con fuerza. Y me senté en él. Jordi se sentó junto a mí y Araceli se arrodilló a mi lado.

- Mis padres quieren hablar conmigo, pero no sé sobre qué. Supongo que por las notas…

- ¡Venga ya! Tienes unas notas excelentes…, si fuesen como las mías tendrías algo de qué preocuparte – me animó Jordi.

- Vamos, los dos sabéis como son mis padres…, para ellos nunca es suficiente. Saco un nueve “¿por qué no has sacado el diez?”

- Vale, tus padres son exigentes – concedió Celi -. Pero tampoco te van a echar la bronca por las calificaciones. ¡Tu media es de nueve!

Me levanté, Jordi apretó suavemente mi hombro y seguimos el camino hacia el barrio. El resto del trayecto lo hicimos en silencio. Cuando llegué a mi portal dije:

- Cuando me echen la bronca y todo lo que me tengan que decir os llamó o mejor por Messenger…, nos vemos.

Araceli me dio un beso en la mejilla y Jordi me abrazó. Ambos querían darme ánimos, pero en ese momento no había nada que me pudiese alentar.

Subí los peldaños uno a uno, tan lentamente como pude. Saqué las llaves y las introduje lo más despacio posible para aumentar el tiempo que me quedaba, apenas segundos, antes de la bronca.

Abrí la puerta y saludé mientras iba a mi habitación, para dejar la mochila y el abrigo.

Después me encaminé a la planta baja, a la cocina.

Mi padre estaba sentado con una cerveza en la mesa. Mi madre apoyada en el aparador, cerca de la vitrocerámica en donde había una olla humeante, con una cerveza en la mano.

- …no debe saber nada de lo del abuelo, sería un duro golpe para ella – dijo mi padre, pero cuando entré dejaron de hablar. Con una seña mi padre me dijo que me sentase frente a él. No tenía muy buena pinta…

Obedecí, no quería fastidiarlo aún más.

- Tenemos que decirte algo – empezó mi madre.

- Verás – mi padre hizo el relevo y continuó -, sabes que el trabajo de profesor tiene complicaciones ¿verdad? Me han trasladado a Madrid…, tendremos que irnos en una semana.

- ¿Qué? – no entendía ni una palabra, debía de ser una pesadilla. No iba a dejar atrás todo lo que quería… No –. No puede ser…

- Lo siento, pero debes hacerte a la idea.

Puesto que mis objeciones no podían ser lo suficientemente grandes para que mis padres tomasen conciencia de que por nada del mundo me marcharía de Girona…, utilice a mi favor el punto flaco de mis padres.

- ¿Me trasladaréis a mitad de curso? Perderé clases, ¡bajaré las notas!

- No podemos hacer nada, tenemos que marcharnos. No hay más remedio.

Mi enfado que, con cada palabra que mi padre decía, incrementaba estaba aumentando demasiado. Me levanté, tan bruscamente que tiré la silla, y salí de la cocina dando un portazo. Entre en mi habitación, me conecté al Messenger pero como ni Araceli ni Jordi se habían conectado aún lo apagué. Cogí el móvil y escribí un sms: “Esta tarde nos vemos en el parque del barrio, a las 5.30 ¡urgente!”. (Por supuesto, esto lo escribí con abreviaturas).

Dejé el móvil de nuevo en la mesita de noche y, para relajarme, cogí el libro Harry Potter y las reliquias de la muerte, que ya había leído unas cuatro veces.

Cuando mi madre me llamó para comer le contesté gritando que no tenía hambre.
A las cinco y media, estaba sentada en el banco del parque, en el que siempre nos sentábamos. Como ninguno de mis amigos habían aparecido aún me entretuve mirando a un grupo de chicos que se encontraban en frente. Me llamaron la atención porque había dos que eran muy guapos, uno rubio con ojos azules y otro moreno con los ojos verdes, supuse, ya que lo único que le veía era un ojo. Ambos cuchicheaban mientras miraban el limbo, que al parecer se encontraba detrás de mí.

Entonces vi aparecer a mis dos amigos. (Ambos se acercaron corriendo).

- ¿Qué te han dicho? – preguntó Celi.

- Trasladan a mi padre a Madrid. En una semana nos marchamos.

- ¿¿¡Qué!?? – dijeron ambos a la vez. Y casualmente los chicos del fondo sonrieron de forma burlona, después el rubio golpeó en el brazo a otro de sus amigos de forma amistosa. Y se marcharon dejándome sin nada que mirar para no pensar en la tortuosa vida que había empezado a tener.

- Sí, prefería la bronca de las notas… - en ese momento, sin que yo pudiese remediarlo, dos lágrimas agrias y frías cayeron por mis mejillas.

- No, no llores… ¡Tiene que haber un error!

- ¡No hay ningún error, Araceli! ¡Me marchó! Quizá para siempre…

- No…, eso es imposible – Celi se desplomó junto a mí en el banco.

Pasamos un rato en silencio. Me sorprendió que Jordi apenas reaccionase, normalmente era él el que la armaba. Tampoco creía que Jordi quisiera que me marchase, por lo tanto la confusión era extremadamente grande y no me dejaba pensar qué otra cosa le podría parecer tan normal para que no reaccionase.

De todas formas, ¿qué narices me importaba lo que Jordi estuviese pensando? ¡Yo lo único que quería era que no me llevasen a Madrid!

Era un pensamiento egoísta, lo sabía, pero también era egoísta que me llevasen sin que yo quisiese ir. Era algo sumamente despreciable, sin embargo, ¿qué iba a hacer yo? Una cría de poco más de quince años, cuyos padres debían ir a Madrid. Aunque quisiera quedarme en Girona…, no podía hacer nada.

- ¿Desde cuándo lo sabes? – me preguntó Jordi con aire acusador, como si fuese un criminal que hubiese escondido el cadáver de su víctima a la policía…

- Me enteré hace una hora más o menos, cuando llegue a mi casa…

- Mientes.

- ¿Por qué iba a mentir?

- Es imposible organizar una mudanza de aquí a Madrid, en una semana…

- Yo no soy la que organizo la mudanza, son mis padres. Ellos lo sabrían antes que yo, supongo.

¡Es cierto! ¿Cómo no se me ocurrió antes? Mis padres deberían habérmelo dicho en cuanto supieron que nos debíamos ir de Girona. ¿Cómo podían ser tan ratas? ¿Cómo pudieron ocultarme algo tan importante? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Un mes? ¿Dos? Ahora que lo pensaba, mamá llevaba mucho tiempo empaquetando las enciclopedias y los libros que teníamos en la pequeña biblioteca del salón de estar, con el único pretexto de que necesitábamos cambiar la decoración. Sin embargo, las estanterías se quedaron vacías desde entonces. Igual que pasó con la vidriera, los armarios y demás… ¿Cómo pude ser tan rematadamente estúpida?

- Deberíamos marcharnos a estudiar… para el examen de mañana… - dijo Celi, algo deprimida.

- ¿Qué examen? – pregunté bastante sorprendida, no teníamos ningún examen…

- El de recuperación de catalán.

- ¡Maldición! – coincidió Jordi -. No me acordaba…

- Vale, nos vemos mañana en el instituto…

Sin decir nada más me levanté y volví a mi casa. Me pareció raro que ninguno de los dos se moviese del banco. ¿Estarían enfadados conmigo? Trague saliva con dificultad…, no, ¿por qué se iban a enfadar? ¡Yo no quería esa situación! Si no me equivocaba era la afectada… la victima de las opiniones de mis padres.

Entré de nuevo en mi casa, sin hacerme tanto de rogar como antes, encendí el ordenador, y puse Primal Fear a todo volumen, mientras hacia los ejercicios de matemáticas. Cuando los acabé, empecé a jugar al Ragnarok Online.

Cuando jugaba a ese juego mi mente se ponía en blanco, y no podía pensar en otra cosa que no fuese el juego –matar zombies, murciélagos y esqueletos en payon dungeon era lo más relajante que tenía a mano-, pero mi madre, una vez más, me tuvo que interrumpir.

- Merienda algo, ¿has terminado con los deberes?

- Sí, dentro de un rato voy a merendar… - dije de mal humor sin despegar los ojos de la pantalla del ordenador.

- Deberías comprender la situación en la que nos encontramos, Lydia.
Esa fue la gota que colmó el vaso.

- ¡¿Acaso crees que no la comprendo?! ¿Por qué no intentas comprenderme tú a mí?

- Sabemos que no te quieres marchar, pero no nos queda más remedio.

- ¿Desde cuándo lo sabes? ¿¡Desde cuando sabéis que nos íbamos a marchar!?

- Un mes.

- ¡¿Y no fuisteis capaces de decírmelo?!

- Te lo hemos dicho – contestó con voz vibratoria.

- Sí, ahora, una semana antes…

Estaba furiosa, demasiado furiosa. Mi madre salió de mi habitación, obviamente enfadada por mi actitud.

Al día siguiente me levanté para ir a clase, como siempre algo tarde. Me vestí. Me puse una camiseta de media manga azul clara –celeste-, una falda con dos capas (la primera azul oscura y la segunda blanca), unos leggins negros y las botas de caña alta blancas. Cogí la mochila y mi abrigo. Bajé a desayunar, no había nadie, mis padres estaban trabajando. Dejé la mochila y el abrigo en la puerta y me dirigí a la nevera. Saqué el zumo de naranja –el que más me gustaba- y la leche. Mientras calentaba un vaso de leche en el microondas, pillé los cereales de chocolate del estante, el cola cao y me bebí el vaso de zumo.

Al acabar recogí un poco la mesa y fui al instituto. Cuando entré a clase ya había sonado el timbre. Celi y Jordi estaban haciendo el examen. Me senté en mi sitio, la mayoría de los estudiantes estaban haciendo el examen, por lo que la profesora nos dejo hacer lo que quisiésemos –a los pocos que no recuperábamos- siempre que no montásemos jaleo.

El día transcurrió lentamente, porque no sucedió nada interesante, ni al día siguiente, ni al otro.

A decir verdad no paso nada interesante hasta el viernes.

Me levanté como todos los días. Sería el último día de clase en Girona… Fui al instituto, cargada con todos los libros. Me sorprendió ver a Jordi y Araceli esperándome en la puerta exterior del instituto.

- ¿Qué hacéis aquí?

- Esperarte, es el último día de clase que tienes aquí… - dijo Araceli.

- Ya, ya me había dado cuenta… Mañana me voy.

- ¿Tan pronto? – preguntó Jordi.

- … eso dicen. Oye, ¿subimos a clase?

- ¡No! – dijeron ambos a la vez.

- ¿Por qué no? – pregunté al verlos tan nerviosos.

- Pues… - empezó Araceli.

- Verás… - dijo a la vez Jordi.

Por favor, que poca imaginación…

- ¿Qué pasa en clase? ¿De qué queréis que no me enteré?

- Espera a que toque el timbre y lo ves.

¿A que toque el timbre? ¿Acaso querían que fuese la tutora? Quizás el listo de turno haya escrito o hecho algo contra mí y no querian que me enterase… Bah, ¿qué más me da? Total, ya no tendría que aguantar a Sandra y a Rubén y su pandilla de rábanos con patas mucho más (los llamábamos así porque parecía que no tenían mentalidad propia, los seguían como lapas)… Era lo único bueno que sacaba…

Tocó el timbre… ¡por fin! Me estaba quedando helada…

Subimos las escaleras lo más despacio posible, al menos yo, al llegar al pasillo de nuestra clase, Araceli se adelantó y cerró la puerta tras de sí. Jordi y yo nos quedamos solos en el umbral, como dos moscas en una telaraña. Esa situación me ponía de los nervios.

Tras diez minutos, que cronometré con el reloj por aburrimiento, Araceli y Jordi me hicieron pasar a la clase. Las luces estaban apagadas, todos mis compañeros estaban sentados en sus respectivos sitios. Me senté en primera fila, que era donde estaba mi pupitre. Enfrente había una televisión. La profesora estaba es su mesa, sentada encima, esperando a que todos estuviésemos en silencio. Jordi, que era mi compañero de mesa, se sentó a mí lado mientras Celi se sentaba junto a Pau, que era el chico por el que se “moría” de amor en ese momento. La profesora se levantó y dijo:

- Como es el último día en el que vuestra compañera, Lydia Monet, estará con nosotros, ya que sus padres y ella se trasladan a Madrid, vamos a ver un DVD que han hecho Araceli y Jordi, y en el que la mayoría de vosotros habéis participado.

Un momento…, recapacitemos. Solo tengo dos amigos, mejor dicho, solo hay dos personas que se merecen llevar el sobre nombre de “amigos”, pues los demás no se lo han ganado. ¿Por qué iban a participar la mayoría?

La profesora cogió una funda de plástico, cuya portada no pude ver por la oscuridad, e introdujo el DVD en el reproductor. La pantalla del televisor se puso de un azul celeste y, con la canción de Hoy te toca ser feliz de Mägo de Oz de fondo, empezaron a salir unas letras que comencé a leer.

“El objetivo de este DVD es que nos recuerdes siempre, ya que te vayas a Madrid, Cuenca, Almería o al fin del mundo, siempre te vamos a recordar. Algunos con mejores recuerdos (Araceli y Jordi) que otros. Traducido al cristiano: Todos los que hemos participado en la producción de este DVD te queremos, te echaremos de menos y jamás te olvidaremos.”

Notaba el picor en la punta de la nariz que decía que me estaba empezando a emocionar… Además sentía los ojos de Jordi que ni siquiera parpadeaban.

Cuando las letras se perdieron, una secuencia de fotografías empezó a salir. También cambio la música de fondo, ahora era The Number of the Beast de Iron Maiden. Algunas estaban hechas en clase, otras en el recreo y a la salida. En algunas incluso salía yo. Por ejemplo, había una en la que estaba corrigiendo un ejercicio de matemáticas en la pizarra (no debía de tener más de dos días… Tenía la leyenda: “Porque siempre nos salvabas al salir voluntaria.” Todas las fotografías tenían alguna leyenda divertida como por ejemplo: “Fran pensando la próxima chorrada que decir en clase de lengua” en la imagen se veía a Fran, uno de mis compañeros, mordiendo el bolígrafo con cara pensativa.

Al parecer, todas las fotos habían sido tomadas sin que se enterasen. Aunque no salían todos, solo los que me hablaban o, al menos, no tenían motivo para no saludarme si me veían por la calle.

Después de los cuatro minutos y medio de fotografías, variadas –en algunas incluso salían profesores-, empezó un video. Si las fotos y sus leyendas me habían hecho emocionarme o habían estado a punto de arrancarme una lágrima, que lo habrían conseguido de no ser por la resistencia que opuse el video consiguió que asomaran las lágrimas.

Empezó Araceli, con el fondo del parque donde pasábamos la mayor parte del tiempo y su música también cambio, The number of the Beast dejó paso a Black in Black, de AC/DC. En los cuatro minutos que estuvo hablándole a la cámara, dijo lo mucho que me quería y lo mucho que me iba a echar de menos.

La siguió Jordi, con Resacosix en Hispania, una canción que me encantó que pusiese. Él no solo dijo lo que Araceli, añadió además algunas anécdotas bastante graciosas, ahora las lágrimas que salían despedidas de mis ojos no eran sólo de emoción sino, también, de risa.

Los siguientes ya estaban en grupos de dos o tres personas, y decían más o menos lo mismo que Araceli. También con distintas canciones.

Cuando el DVD se acabó, con unos créditos bastante extraños, toda la clase, salvo algunas excepciones como Sandra o Rubén, tenía una lágrima en el pómulo o, como mínimo los ojos llorosos.

Jordi, como todo un caballero, sonrió al verme llorando y me limpió las lágrimas con el dorso de su mano.

- Es un video precioso… - dijo la profesora que tenía la nariz sonrojada y los ojos acuosos -. Lydia, podrías decir algunas palabras, por favor.
No era una pregunta, sino una orden. Bua, yo no había preparado nada para esto… Si lo llego a saber…

Salí al encerado, dispuesta a hacer el ridículo más espantoso de mi vida. Miré a la profesora impaciente…

- ¿Unas palabras sobre qué? – pregunté sonrojada.

- Qué te ha parecido el DVD, como te sientes… No sé, algo.

- Err…, el DVD me ha encantado, me habéis hecho emocionarme y todo… - me llevé las manos a los ojos y me quité dos lágrimas imaginarias -, no os podéis quejar. Me siento algo frustrada, incomprendida y enfadada…

- ¿Incomprendida? ¿Frustrada? ¿Enfadada? Explícate, por favor.

- Frustrada porque no valoran mi opinión, incomprendida porque no entienden lo que supone para mí cambiarme de centro escolar y ciudad a estas alturas, enfadada por tener que dejar aquí todo lo que quiero…

- Claro, dejar a Jordi atrás debe ser abrumador… - dijo el graciosillo de turno, Rubén.

- Pero claro, también me alegro de dejar a atrás a estúpidos tales como Rubén, y otros muchos que no voy a nombrar… - salté mirando significativamente a Sandra y al imbécil de Rubén.

- ¡Lydia! – en este momento sonó el timbre -. ¡No digas eso! – supuse que se refería a estúpidos. Pero no me interesaba lo más mínimo.

Cuando la profesora salió, tras guardar el disco en la carátula y llevándose el televisor consigo, todavía me encontraba en el encerado. Todos los que participaron en el video, los que salían en las fotos y los que tenían un video para decirme lo que, se supone, que sentían en ese momento, salieron para felicitarme sobre mi comentario para el idiota de nuestro compañero o para decirme personalmente lo que dijeron en el video.

El resto de las horas lectivas no hicimos nada, fuimos a los profesores con el cuento de que me iba, que era la última clase que tenía con ellos y no nos pusieron a hacer nada de su materia. Sin embargo, no era tan fácil para mí. Todos los profesores querían hablar conmigo o que hablase para todos. Me sentía poseída, nunca había sido el centro de atención de nadie –con obvias excepciones; cuando salía a la pizarra, cuando era mi cumpleaños, cuando tenía algo medianamente inteligente que decir…-, me consideraba un ser extraño, ya que los demás estaban habituados a cosas a las que yo no me podía acostumbrar.

Por fin, sonó el timbre que indicaba que podíamos salir y el profesor de lengua, me entregó mi preciado DVD, finalmente pude ver la carátula que habían puesto.
Era un fotomontaje, todos los que habían participado tenían una pequeña imagen en las que se les veía, en el centro estaba un foto mía, de cuerpo entero, que supuse que hicieron el día que me había puesto la falda azul…, al menos, salía medianamente bien, dentro de mis posibilidades.

Cuando llegué a mi casa y entré en mi habitación vi que apenas quedaba nada sin empaquetar, mis libros y CD´s, había dejado claro que no quería que nadie los tocase, ya los empaquetaba yo, unas pocas prendas de vestir que apenas me ponía, la mayoría de mis peluches, ya me encargaría yo de guardar dos o tres (al menos al Señor Patucos o a la Señora Orejeras), también quedaban fotos que no me pensaba llevar excepto las que tenía en el ordenador que me lo llevaba y…, poco más. Dejé la mochila encima de unas cajas y embalé lo poco que quedaba con sumo cuidado.

Por la tarde, habíamos quedado, como la mayoría de las tardes, a las cinco en punto en el banco del parque. Y, como la mayoría de las tardes, llegué la primera…

Mis dos mejores amigos me hicieron esperar diecinueve minutos. Justo cuando me iba a ir aparecieron, cargados al parecer por un enorme paquete, que llevaba Jordi, y dos bolsas, que transportaba Celi, que llevaba la camiseta del oso panda que le había regalado para su cumpleaños, a las dos nos encantaban los osos.

- Perdona el retraso…

- Esto no es un retraso – dije medio en broma medio en serio – esto es dejarme medio-tirada…

- Venga no seas tan quejica. Toma – dijo Jordi dándome el enorme paquete.

- ¿Es para mí? – pregunté algo nerviosa…

- Nooo, es para el cura que se va a Madrid. Quería que lo sujetases mientras me ato los cordones… - bromeó Jordi. Cuando estaba nervioso sacaba su vena irónica.

- Pues el cura lo va a abrir ¿vale?

Sin esperar respuesta lo abrí. Era un enorme peluche, justo como a mí me gustaban, con forma de oso panda, muy suave y blandito…, era una pasada.

Me quedé sin palabras, les debía de haber costado una fortuna… Araceli me dio las bolsas que llevaba.

- ¿También para el cura?

- Sí.

Abrí la bolsa roja que era la más pequeña. En su interior había una camiseta negra, en la que, con letras de distintos colores ponía:

“Te echaremos de menos… No nos olvides… Te queremos… Esperaremos todos los días junto al móvil… Te necesitamos… Araceli & Jordi te echarán en falta.”

Abrí la bolsa verde, en cuyo interior había un marco rojo con dos vacas muy graciosas. Tenía puesta la foto que un tiempo atrás nos hicimos, salíamos genial los tres…

- Yo… no tengo palabras… No era necesario esto… Os lo agradezco de veras…

Me levanté y los abracé y le di un beso a cada uno.

martes, 18 de mayo de 2010

Prólogo: El Secreto (título del libro sin especificar)

Corría por la calle principal del pueblo, sin saber por qué, sentía algo persiguiéndome.

…No es necesario que corras…

Susurraba una voz fría y angustiosa. Sin embargo no le hacía caso. Seguí corriendo. No tarde demasiado en dejar atrás el pueblo. Seguí corriendo por el bosque, pero las faldas de mi vestido me impedían ir tan rápido como quería, era más difícil correr por el bosque que por la espantosa calle principal, a estas horas de la noche completamente vacías. Así que me subí las faldas hasta la rodilla y seguí corriendo.

…Bueno, si tanto insistes… Sigue corriendo. Te daré caza igual…

No pude soportarlo más y solté un grito de espanto. Todo esto era estúpido, ¿por qué tenía que huir? ¿Acaso había hecho algo malo? No. ¿Entonces por qué?

E hice lo más estúpido que podía hacer en ese momento, quedarme parada. Había llegado sin darme cuenta al lugar donde iba a lavar, junto al rio.

Entonces eso que me estaba siguiendo se materializo junto a mí. Un hombre encorvado y completamente vestido de negro. Sabía que era un hombre por la voz que resonaba en mi mente, porque no se le veía la cara, la llevaba tapada con una capucha.

…¡Al fin! Zoe, ya era hora… ¡Al fin te tengo! ¡Eres mía!...

- Yo… yo no soy Zoe – balbuceé.

¡Por supuesto que eres Zoe! ¡No te atrevas a contradecirme!

- Zoe… es mi ma…madre, no yo… yo soy Marie.

¡Mientes!

- ¡No! Es la verdad.

¡Estas mintiendo!

Quizá en ese momento, mi mente se quedo completamente en blanco, no sabía qué hacer… Empuje al hombre con una mano. Y seguí corriendo por la ladera de la montaña, junto al rio. Vi mi rostro reflejado, pero no era como lo fue siempre, ahora estaba con algunas arrugas. En mi frente se distinguían las arrugas aunque estaban bastante tapadas por mi flequillo, mi pelo rizado y pelirrojo se distinguía bastante bien en la oscuridad del bosque y de mi cuello colgaba un precioso colgante de plata con un rubí en el centro, parecía un sol con un ojo rojo. Entonces vi mis ojos, eran azules. Pero mis ojos no son azules, son negros. Todo esto es muy raro. Pero no tenía tiempo de pensar en por qué mis ojos habían cambiado de color repentinamente, tenía que escapar.

Seguí corriendo, una zarza me araño la pierna derecha, me abrió un profundo corte, no podía seguir corriendo, aun así no me detuve. Cojeando seguí adelante.

…No podrás seguir así mucho tiempo, Zoe… después lo siguió una espantosa y chirriante risa que me perforó la cabeza.

- ¡¡Yo no soy Zoe!! – grité, cansada de que me llamase por el nombre de mi madre.

…Claro que lo eres, ¡Refort!...

Sentí como se me cortaba la respiración durante un brevísimo instante, y un frió cuchillo me cortó la manga del vestido que llevaba, ya bastante estropeado.
Sabía que no podría aguantar mucho más, miré hacia todos los lados pero no estaba ese hombre que por alguna razón que desconocía me quería matar o como él había dicho cazar.

Me subí el atuendo para examinar el rasguño. Parecía más grave de lo que en realidad era. Metí la mano en el agua y limpié la sangre que resbalaba, cálida, por mi pierna. Rompí el bajo de mi falda y lo até alrededor de la herida. Después seguí adelante, el dolor no era un impedimento, debía escapar. Aunque no supiese por qué.

Pase juntó a un árbol que tenía clavada una daga. La cogí, como último recurso mataría aquel desgraciado.

Dime, bonita, ¿piensas entregarlo?

- ¿Qué? Espera un momento… ¿Qué debo entregar?

Oh, vamos, no me digas que no lo sabes… No me hagas reír. Tú y yo sabemos tu secreto, Zoe.

- ¡Que no soy Zoe! ¿Qué secreto?

Vamos… Yo solo quiero un poquito…

Me sentí estúpida hablando sola, pues la voz de mi misterioso cazador resonaba en mi mente.

- ¿Un poquito de qué?

De poder, por supuesto…

- ¿Poder? ¿Qué poder?

¿Me vas a decir que no sabes nada del secreto, Zoe?

Ese tipo estaba completamente chiflado, ¿Qué poder? ¿Qué secreto? ¿Por qué me llama Zoe?

Entonces recordé algo, yo tenía los ojos negros, pero mi madre los tenía azules. Y físicamente éramos exactamente iguales, exceptuando claro, la edad. Ella tenía diecinueve años más que yo. Eso podía explicar las arrugas.

Y de pronto comprendí todo. Estaba claro, el hombre siniestro y encapuchado tenía razón, yo no era Marie sino Zoe.

Pero aun así no entendí lo que quería decir con el secreto y el poder que había mencionado antes.

No me había dado cuenta de que me había parado mientras llegaba a esas conclusiones.

¿Piensas decírmelo?

- No sé de qué me hablas.

Gírate y te lo explicaré.

Estúpidamente le hice caso. Muy lentamente me fui girando, aferré la empuñadura de la daga, dispuesta a defenderme si planeaba hacer algo, tan fuertemente que sentí como se me clavaba en la piel. El hombre estaba detrás de mí, sin la capucha. Era un hombre bastante viejo, más surcado en arrugas que el rostro de mi madre que yo lucía, tenía la nariz torcida, como si alguien se la hubiese roto alguna vez, con una verruga en la punta. Una barba bastante poblada de un color negro azabache, por la que asomaban cuatro dientes amarillentos y mal colocados. El hombre me estaba apuntando con una rama de un árbol caído, y dijo con su bífida lengua:

- Di adiós, Zoe…

De la rama salió un rayo rojizo que me golpeo en el pecho.

jueves, 13 de mayo de 2010

hii ^^

Muy buenas, gentecilla (si hay alguien... xDD) hoy vengo para contaros cualquier tontería que se me ocurra... que no, en realidad a dejaros algo nuevo...

¿No habéis tenido, alguna vez, un mal día? ¿De esos que querrías que el mundo explotase? Bueno, yo sí. ¿Queréis saber el resultado de esa... llamémosla impotencia? Pues... aquí está:

Maldita sea mi debilidad, ¿cómo puede ser que tenga tan poco carácter, tan poca fuerza cuando realmente hace falta?

Tengo ganas de chillar, enmudecer a todos con mi “dulce” voz, tengo mil y una excusas, que servirían a la perfección, en mi hermosa cabecita con un pequeño cerebro de cristal bajo esa matita de pelo encrespado. Pero en lugar de hacerlo me callo, guardo todas mis replicas en mi cerebro y, por medio de la sangre de mis venas, llegan al corazón. Duele como se abren paso en mi corazoncito, dañando todo lo que encuentran a su camino como el frío filo de una espada, para acomodarse en los pequeños huecos que quedaban libres, invadiéndolo todo como un gas tóxico, y este gas se pasea por todos los poros de mi cuerpo hasta llegar a mis ojos y obligar a mis párpados a echar las dos lágrimas que habían estado mantenido en su lugar…

La horrenda visión de acatar las normas, de obedecer a los adultos que tienen mi custodia me hace rabiar, y la gota que colma el vaso es escuchar burlas de un ‘ser’ cuya sangre procede del mismo lugar que la mía y al que quieres con locura…

Parece que el hermoso sueño de la mayoría de edad se hace más y más inalcanzable.

Sueño con poder rozar la edad adulta con mis manos, con poder sentir el viento de la libertad azotar mi cabello… pero no son más que sueños rotos, deseos olvidados, pergaminos arrugados, pinturas para un ciego, un concierto al que nadie escucha… Todo deriva en nada…

Maldita sea mi debilidad, ¿cómo puede ser que tenga tan poco carácter, tan poca fuerza cuando realmente hace falta?


Todo esto... lo escribí muerta de rabia por algo (no lo recuerdo) que me obligaron a hacer mis padres (por si no se nota)... Si alguien tiene ganas de "desahogarse" recomiendo escribir, sinceramente, después te sientes mil veces mejor ^^

Hasta la próxima amigos... "invisibles"

lunes, 10 de mayo de 2010

Presentación

Pff... Hola, supongo que es una buena forma de empezar ¿no?

Quizás os deba decir por qué he creado este blog... Es lo más sencillo del mundo, para escribir y dejar que me leáis. Aquí podré poner cualquier cosa, después de todo, ninguno me conocéis (y si me conocéis tampoco es que me importe, no tengo nada que ocultar). Este blog lo he creado con la intención de dejar que me lean, escribo novelas y, lógicamente no voy a colgarlas en Internet así como así (llamarme ingenua, pero quiero publicarlas algún día), por lo que aquí simplemente escribiré pensamientos, dudas, ideas locas que jamás 'utilizaré', relatos cortos, cuentos, o pondré avisos de publicaciones (sí, me han publicado algo ^^) en fin, lo usaré un poco de todo ¿vale?

Espero que os guste... ¡Seguid soñando!

Primera impresión.

Hoy ha sido un día de locos... como primera idea no estaba mal, escribir un blog para demostrarme a mí misma que puedo conseguir lo que me proponga... Resultaría interesante saber si "puedo" hacerme un hueco en el mundo de la literatura.

El año pasado conseguí publicar un libro, la primera parte de una trilogía: El Poder de Dos. La estrella de siete puntas.

Fue lo primero que conseguí escribir (y terminar) y me sentí realmente orgullosa (lo escribí con 14 años, lo publiqué con 15, casi 16), sin embargo, ahora cada vez que lo leo me entran unas ganas de ponerme a reformarlo... Tiene muchas faltas (la editorial no la reviso), una portada de espanto (literalmente, es un asco), pero, a pesar de todo, ha tenido mucho éxito (más del que esperaba). Ahora me piden el segundo, que sin duda alguna está muchísimo mejor... Pero ya no tengo la misma ilusión que con el primero. Creo que es porque cuando a pasado el tiempo, con forme he ido madurando en mi forma de escribir, mi visión ha cambiado radicalmente y temo que ocurra lo mismo con el segundo.

Por otra parte el tener a casi media ciudad esperando el segundo me motiva a quererlo publicar, por ellos. Está clarísimo lo que haré, ya tiene una "fecha de salida orientativa"... (hablando de eso, debería ponerme a corregir u.u) en fin, gente desaparecida, os dejo con el prólogo de un libro que tengo planeado (y que no saldrá a la luz hasta dentro de muuuucho tiempo).

Prólogo: Final… Por fin el final….


La noche era oscura y los pocos que se encontraban en la calle pudieron ver, con total claridad, los astros brillando bellamente. Pero pocos de ellos sabían que esa noche había un gran acontecimiento en los cielos, pocos sabían que esa noche… los seis planetas se alineaban.

Esto había sucedido con anterioridad, era un hecho que solo se producía cada 571 años. Sin embargo, una anciana observaba el cielo con impaciencia, esperando su muerte pues sabía, o más bien intuía, que esa noche sería la última vez que contemplaba las estrellas.
Esa anciana estaba débil y demacrada, tenía la tez más pálida que la Parca, profundas ojeras marcaban sus ojos y los hacían más profundos y fríos. La nariz larga y curvada como el pico de un águila. Se relamía los labios con frecuencia, como si fuese un tic, haciéndolo una y otra vez, ansiosa porque el Sol apareciese destruyendo la oscuridad y a ella misma. Sus rasgos eran duros y surcados por profundas arrugas. Llevaba tanto tiempo sin tomar el Elixir…

La anciana paseaba por el bosque, el llamado Bosque del Unicornio, pues entre la maleza, se contaba, observaba un unicornio… que solo tres personas habían visto. La anciana y sus dos hermanas fallecidas. Casi sin darse cuenta había llegado al arroyo que surcaba el bosque. La vieja cerró los ojos sin atreverse a mirar su propio reflejo. No hacía tanto que su rostro había estado liso, sus cabellos negros y su tez sonrosada. Tanto tiempo había vivido con el rostro de su juventud que ahora temía verse. Se giró, dando la espalda al riachuelo. Por la posición de los astros ella supo que apenas le quedaban un par de horas de vida y quiso realizar su última voluntad.

Susurró unas palabras, en un idioma extraño, rítmico y sutil. De pronto, alrededor de la anciana se formó un torbellino de hojas, ramas, tierra y maleza; alzándola sobre las copas de los árboles más altos y la vio.

La sinuosa, blanca y elegante Torre. Su hogar. Se encontraba en el centro del Bosque del Unicornio y nadie podía llegar a ella, excepto si el unicornio, o uno de los inquilinos de la Torre, los guiaban hasta ahí. Pero esa preciosa Torre, con todos sus lujos, se perdería esa noche, pues solo ella vivía ahí y solo a un Hijo de la Magia guiaría el Unicornio… “Y la magia ha muerto con los demonios…” Se dijo la vieja antes de que el sol surgiese de entre los árboles.

Cuando el astro rey surgió por completo, la anciana, comenzó a convertirse en polvo no sin antes sonreír.

El polvo se mezcló con el aire y nadie más supo nunca sobre Aglaya, más conocida como el Oráculo.