domingo, 23 de mayo de 2010

Introducción: Grandes Amistades (El Báculo de Güeyam)

Salíamos de clase, no serían más de las tres menos veinticinco o así…, no me apetecía nada ir a mi casa.

- Lydia, ¿te pasa algo? – me preguntó Jordi, un muchacho de espalda ancha y grandes ojos azules. Era, una cabeza, más alto que yo, más o menos, y estaba muy delgado.

- No, solo es que no quiero llegar a mi casa…

- ¿Por qué? – agregó Araceli que era la típica chica guapa, rubia de ojos verdes de baja estatura y que tenía a todos los chicos loquitos por ella.

En ese momento, lancé la mochila en el banco (más bien) con fuerza. Y me senté en él. Jordi se sentó junto a mí y Araceli se arrodilló a mi lado.

- Mis padres quieren hablar conmigo, pero no sé sobre qué. Supongo que por las notas…

- ¡Venga ya! Tienes unas notas excelentes…, si fuesen como las mías tendrías algo de qué preocuparte – me animó Jordi.

- Vamos, los dos sabéis como son mis padres…, para ellos nunca es suficiente. Saco un nueve “¿por qué no has sacado el diez?”

- Vale, tus padres son exigentes – concedió Celi -. Pero tampoco te van a echar la bronca por las calificaciones. ¡Tu media es de nueve!

Me levanté, Jordi apretó suavemente mi hombro y seguimos el camino hacia el barrio. El resto del trayecto lo hicimos en silencio. Cuando llegué a mi portal dije:

- Cuando me echen la bronca y todo lo que me tengan que decir os llamó o mejor por Messenger…, nos vemos.

Araceli me dio un beso en la mejilla y Jordi me abrazó. Ambos querían darme ánimos, pero en ese momento no había nada que me pudiese alentar.

Subí los peldaños uno a uno, tan lentamente como pude. Saqué las llaves y las introduje lo más despacio posible para aumentar el tiempo que me quedaba, apenas segundos, antes de la bronca.

Abrí la puerta y saludé mientras iba a mi habitación, para dejar la mochila y el abrigo.

Después me encaminé a la planta baja, a la cocina.

Mi padre estaba sentado con una cerveza en la mesa. Mi madre apoyada en el aparador, cerca de la vitrocerámica en donde había una olla humeante, con una cerveza en la mano.

- …no debe saber nada de lo del abuelo, sería un duro golpe para ella – dijo mi padre, pero cuando entré dejaron de hablar. Con una seña mi padre me dijo que me sentase frente a él. No tenía muy buena pinta…

Obedecí, no quería fastidiarlo aún más.

- Tenemos que decirte algo – empezó mi madre.

- Verás – mi padre hizo el relevo y continuó -, sabes que el trabajo de profesor tiene complicaciones ¿verdad? Me han trasladado a Madrid…, tendremos que irnos en una semana.

- ¿Qué? – no entendía ni una palabra, debía de ser una pesadilla. No iba a dejar atrás todo lo que quería… No –. No puede ser…

- Lo siento, pero debes hacerte a la idea.

Puesto que mis objeciones no podían ser lo suficientemente grandes para que mis padres tomasen conciencia de que por nada del mundo me marcharía de Girona…, utilice a mi favor el punto flaco de mis padres.

- ¿Me trasladaréis a mitad de curso? Perderé clases, ¡bajaré las notas!

- No podemos hacer nada, tenemos que marcharnos. No hay más remedio.

Mi enfado que, con cada palabra que mi padre decía, incrementaba estaba aumentando demasiado. Me levanté, tan bruscamente que tiré la silla, y salí de la cocina dando un portazo. Entre en mi habitación, me conecté al Messenger pero como ni Araceli ni Jordi se habían conectado aún lo apagué. Cogí el móvil y escribí un sms: “Esta tarde nos vemos en el parque del barrio, a las 5.30 ¡urgente!”. (Por supuesto, esto lo escribí con abreviaturas).

Dejé el móvil de nuevo en la mesita de noche y, para relajarme, cogí el libro Harry Potter y las reliquias de la muerte, que ya había leído unas cuatro veces.

Cuando mi madre me llamó para comer le contesté gritando que no tenía hambre.
A las cinco y media, estaba sentada en el banco del parque, en el que siempre nos sentábamos. Como ninguno de mis amigos habían aparecido aún me entretuve mirando a un grupo de chicos que se encontraban en frente. Me llamaron la atención porque había dos que eran muy guapos, uno rubio con ojos azules y otro moreno con los ojos verdes, supuse, ya que lo único que le veía era un ojo. Ambos cuchicheaban mientras miraban el limbo, que al parecer se encontraba detrás de mí.

Entonces vi aparecer a mis dos amigos. (Ambos se acercaron corriendo).

- ¿Qué te han dicho? – preguntó Celi.

- Trasladan a mi padre a Madrid. En una semana nos marchamos.

- ¿¿¡Qué!?? – dijeron ambos a la vez. Y casualmente los chicos del fondo sonrieron de forma burlona, después el rubio golpeó en el brazo a otro de sus amigos de forma amistosa. Y se marcharon dejándome sin nada que mirar para no pensar en la tortuosa vida que había empezado a tener.

- Sí, prefería la bronca de las notas… - en ese momento, sin que yo pudiese remediarlo, dos lágrimas agrias y frías cayeron por mis mejillas.

- No, no llores… ¡Tiene que haber un error!

- ¡No hay ningún error, Araceli! ¡Me marchó! Quizá para siempre…

- No…, eso es imposible – Celi se desplomó junto a mí en el banco.

Pasamos un rato en silencio. Me sorprendió que Jordi apenas reaccionase, normalmente era él el que la armaba. Tampoco creía que Jordi quisiera que me marchase, por lo tanto la confusión era extremadamente grande y no me dejaba pensar qué otra cosa le podría parecer tan normal para que no reaccionase.

De todas formas, ¿qué narices me importaba lo que Jordi estuviese pensando? ¡Yo lo único que quería era que no me llevasen a Madrid!

Era un pensamiento egoísta, lo sabía, pero también era egoísta que me llevasen sin que yo quisiese ir. Era algo sumamente despreciable, sin embargo, ¿qué iba a hacer yo? Una cría de poco más de quince años, cuyos padres debían ir a Madrid. Aunque quisiera quedarme en Girona…, no podía hacer nada.

- ¿Desde cuándo lo sabes? – me preguntó Jordi con aire acusador, como si fuese un criminal que hubiese escondido el cadáver de su víctima a la policía…

- Me enteré hace una hora más o menos, cuando llegue a mi casa…

- Mientes.

- ¿Por qué iba a mentir?

- Es imposible organizar una mudanza de aquí a Madrid, en una semana…

- Yo no soy la que organizo la mudanza, son mis padres. Ellos lo sabrían antes que yo, supongo.

¡Es cierto! ¿Cómo no se me ocurrió antes? Mis padres deberían habérmelo dicho en cuanto supieron que nos debíamos ir de Girona. ¿Cómo podían ser tan ratas? ¿Cómo pudieron ocultarme algo tan importante? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Un mes? ¿Dos? Ahora que lo pensaba, mamá llevaba mucho tiempo empaquetando las enciclopedias y los libros que teníamos en la pequeña biblioteca del salón de estar, con el único pretexto de que necesitábamos cambiar la decoración. Sin embargo, las estanterías se quedaron vacías desde entonces. Igual que pasó con la vidriera, los armarios y demás… ¿Cómo pude ser tan rematadamente estúpida?

- Deberíamos marcharnos a estudiar… para el examen de mañana… - dijo Celi, algo deprimida.

- ¿Qué examen? – pregunté bastante sorprendida, no teníamos ningún examen…

- El de recuperación de catalán.

- ¡Maldición! – coincidió Jordi -. No me acordaba…

- Vale, nos vemos mañana en el instituto…

Sin decir nada más me levanté y volví a mi casa. Me pareció raro que ninguno de los dos se moviese del banco. ¿Estarían enfadados conmigo? Trague saliva con dificultad…, no, ¿por qué se iban a enfadar? ¡Yo no quería esa situación! Si no me equivocaba era la afectada… la victima de las opiniones de mis padres.

Entré de nuevo en mi casa, sin hacerme tanto de rogar como antes, encendí el ordenador, y puse Primal Fear a todo volumen, mientras hacia los ejercicios de matemáticas. Cuando los acabé, empecé a jugar al Ragnarok Online.

Cuando jugaba a ese juego mi mente se ponía en blanco, y no podía pensar en otra cosa que no fuese el juego –matar zombies, murciélagos y esqueletos en payon dungeon era lo más relajante que tenía a mano-, pero mi madre, una vez más, me tuvo que interrumpir.

- Merienda algo, ¿has terminado con los deberes?

- Sí, dentro de un rato voy a merendar… - dije de mal humor sin despegar los ojos de la pantalla del ordenador.

- Deberías comprender la situación en la que nos encontramos, Lydia.
Esa fue la gota que colmó el vaso.

- ¡¿Acaso crees que no la comprendo?! ¿Por qué no intentas comprenderme tú a mí?

- Sabemos que no te quieres marchar, pero no nos queda más remedio.

- ¿Desde cuándo lo sabes? ¿¡Desde cuando sabéis que nos íbamos a marchar!?

- Un mes.

- ¡¿Y no fuisteis capaces de decírmelo?!

- Te lo hemos dicho – contestó con voz vibratoria.

- Sí, ahora, una semana antes…

Estaba furiosa, demasiado furiosa. Mi madre salió de mi habitación, obviamente enfadada por mi actitud.

Al día siguiente me levanté para ir a clase, como siempre algo tarde. Me vestí. Me puse una camiseta de media manga azul clara –celeste-, una falda con dos capas (la primera azul oscura y la segunda blanca), unos leggins negros y las botas de caña alta blancas. Cogí la mochila y mi abrigo. Bajé a desayunar, no había nadie, mis padres estaban trabajando. Dejé la mochila y el abrigo en la puerta y me dirigí a la nevera. Saqué el zumo de naranja –el que más me gustaba- y la leche. Mientras calentaba un vaso de leche en el microondas, pillé los cereales de chocolate del estante, el cola cao y me bebí el vaso de zumo.

Al acabar recogí un poco la mesa y fui al instituto. Cuando entré a clase ya había sonado el timbre. Celi y Jordi estaban haciendo el examen. Me senté en mi sitio, la mayoría de los estudiantes estaban haciendo el examen, por lo que la profesora nos dejo hacer lo que quisiésemos –a los pocos que no recuperábamos- siempre que no montásemos jaleo.

El día transcurrió lentamente, porque no sucedió nada interesante, ni al día siguiente, ni al otro.

A decir verdad no paso nada interesante hasta el viernes.

Me levanté como todos los días. Sería el último día de clase en Girona… Fui al instituto, cargada con todos los libros. Me sorprendió ver a Jordi y Araceli esperándome en la puerta exterior del instituto.

- ¿Qué hacéis aquí?

- Esperarte, es el último día de clase que tienes aquí… - dijo Araceli.

- Ya, ya me había dado cuenta… Mañana me voy.

- ¿Tan pronto? – preguntó Jordi.

- … eso dicen. Oye, ¿subimos a clase?

- ¡No! – dijeron ambos a la vez.

- ¿Por qué no? – pregunté al verlos tan nerviosos.

- Pues… - empezó Araceli.

- Verás… - dijo a la vez Jordi.

Por favor, que poca imaginación…

- ¿Qué pasa en clase? ¿De qué queréis que no me enteré?

- Espera a que toque el timbre y lo ves.

¿A que toque el timbre? ¿Acaso querían que fuese la tutora? Quizás el listo de turno haya escrito o hecho algo contra mí y no querian que me enterase… Bah, ¿qué más me da? Total, ya no tendría que aguantar a Sandra y a Rubén y su pandilla de rábanos con patas mucho más (los llamábamos así porque parecía que no tenían mentalidad propia, los seguían como lapas)… Era lo único bueno que sacaba…

Tocó el timbre… ¡por fin! Me estaba quedando helada…

Subimos las escaleras lo más despacio posible, al menos yo, al llegar al pasillo de nuestra clase, Araceli se adelantó y cerró la puerta tras de sí. Jordi y yo nos quedamos solos en el umbral, como dos moscas en una telaraña. Esa situación me ponía de los nervios.

Tras diez minutos, que cronometré con el reloj por aburrimiento, Araceli y Jordi me hicieron pasar a la clase. Las luces estaban apagadas, todos mis compañeros estaban sentados en sus respectivos sitios. Me senté en primera fila, que era donde estaba mi pupitre. Enfrente había una televisión. La profesora estaba es su mesa, sentada encima, esperando a que todos estuviésemos en silencio. Jordi, que era mi compañero de mesa, se sentó a mí lado mientras Celi se sentaba junto a Pau, que era el chico por el que se “moría” de amor en ese momento. La profesora se levantó y dijo:

- Como es el último día en el que vuestra compañera, Lydia Monet, estará con nosotros, ya que sus padres y ella se trasladan a Madrid, vamos a ver un DVD que han hecho Araceli y Jordi, y en el que la mayoría de vosotros habéis participado.

Un momento…, recapacitemos. Solo tengo dos amigos, mejor dicho, solo hay dos personas que se merecen llevar el sobre nombre de “amigos”, pues los demás no se lo han ganado. ¿Por qué iban a participar la mayoría?

La profesora cogió una funda de plástico, cuya portada no pude ver por la oscuridad, e introdujo el DVD en el reproductor. La pantalla del televisor se puso de un azul celeste y, con la canción de Hoy te toca ser feliz de Mägo de Oz de fondo, empezaron a salir unas letras que comencé a leer.

“El objetivo de este DVD es que nos recuerdes siempre, ya que te vayas a Madrid, Cuenca, Almería o al fin del mundo, siempre te vamos a recordar. Algunos con mejores recuerdos (Araceli y Jordi) que otros. Traducido al cristiano: Todos los que hemos participado en la producción de este DVD te queremos, te echaremos de menos y jamás te olvidaremos.”

Notaba el picor en la punta de la nariz que decía que me estaba empezando a emocionar… Además sentía los ojos de Jordi que ni siquiera parpadeaban.

Cuando las letras se perdieron, una secuencia de fotografías empezó a salir. También cambio la música de fondo, ahora era The Number of the Beast de Iron Maiden. Algunas estaban hechas en clase, otras en el recreo y a la salida. En algunas incluso salía yo. Por ejemplo, había una en la que estaba corrigiendo un ejercicio de matemáticas en la pizarra (no debía de tener más de dos días… Tenía la leyenda: “Porque siempre nos salvabas al salir voluntaria.” Todas las fotografías tenían alguna leyenda divertida como por ejemplo: “Fran pensando la próxima chorrada que decir en clase de lengua” en la imagen se veía a Fran, uno de mis compañeros, mordiendo el bolígrafo con cara pensativa.

Al parecer, todas las fotos habían sido tomadas sin que se enterasen. Aunque no salían todos, solo los que me hablaban o, al menos, no tenían motivo para no saludarme si me veían por la calle.

Después de los cuatro minutos y medio de fotografías, variadas –en algunas incluso salían profesores-, empezó un video. Si las fotos y sus leyendas me habían hecho emocionarme o habían estado a punto de arrancarme una lágrima, que lo habrían conseguido de no ser por la resistencia que opuse el video consiguió que asomaran las lágrimas.

Empezó Araceli, con el fondo del parque donde pasábamos la mayor parte del tiempo y su música también cambio, The number of the Beast dejó paso a Black in Black, de AC/DC. En los cuatro minutos que estuvo hablándole a la cámara, dijo lo mucho que me quería y lo mucho que me iba a echar de menos.

La siguió Jordi, con Resacosix en Hispania, una canción que me encantó que pusiese. Él no solo dijo lo que Araceli, añadió además algunas anécdotas bastante graciosas, ahora las lágrimas que salían despedidas de mis ojos no eran sólo de emoción sino, también, de risa.

Los siguientes ya estaban en grupos de dos o tres personas, y decían más o menos lo mismo que Araceli. También con distintas canciones.

Cuando el DVD se acabó, con unos créditos bastante extraños, toda la clase, salvo algunas excepciones como Sandra o Rubén, tenía una lágrima en el pómulo o, como mínimo los ojos llorosos.

Jordi, como todo un caballero, sonrió al verme llorando y me limpió las lágrimas con el dorso de su mano.

- Es un video precioso… - dijo la profesora que tenía la nariz sonrojada y los ojos acuosos -. Lydia, podrías decir algunas palabras, por favor.
No era una pregunta, sino una orden. Bua, yo no había preparado nada para esto… Si lo llego a saber…

Salí al encerado, dispuesta a hacer el ridículo más espantoso de mi vida. Miré a la profesora impaciente…

- ¿Unas palabras sobre qué? – pregunté sonrojada.

- Qué te ha parecido el DVD, como te sientes… No sé, algo.

- Err…, el DVD me ha encantado, me habéis hecho emocionarme y todo… - me llevé las manos a los ojos y me quité dos lágrimas imaginarias -, no os podéis quejar. Me siento algo frustrada, incomprendida y enfadada…

- ¿Incomprendida? ¿Frustrada? ¿Enfadada? Explícate, por favor.

- Frustrada porque no valoran mi opinión, incomprendida porque no entienden lo que supone para mí cambiarme de centro escolar y ciudad a estas alturas, enfadada por tener que dejar aquí todo lo que quiero…

- Claro, dejar a Jordi atrás debe ser abrumador… - dijo el graciosillo de turno, Rubén.

- Pero claro, también me alegro de dejar a atrás a estúpidos tales como Rubén, y otros muchos que no voy a nombrar… - salté mirando significativamente a Sandra y al imbécil de Rubén.

- ¡Lydia! – en este momento sonó el timbre -. ¡No digas eso! – supuse que se refería a estúpidos. Pero no me interesaba lo más mínimo.

Cuando la profesora salió, tras guardar el disco en la carátula y llevándose el televisor consigo, todavía me encontraba en el encerado. Todos los que participaron en el video, los que salían en las fotos y los que tenían un video para decirme lo que, se supone, que sentían en ese momento, salieron para felicitarme sobre mi comentario para el idiota de nuestro compañero o para decirme personalmente lo que dijeron en el video.

El resto de las horas lectivas no hicimos nada, fuimos a los profesores con el cuento de que me iba, que era la última clase que tenía con ellos y no nos pusieron a hacer nada de su materia. Sin embargo, no era tan fácil para mí. Todos los profesores querían hablar conmigo o que hablase para todos. Me sentía poseída, nunca había sido el centro de atención de nadie –con obvias excepciones; cuando salía a la pizarra, cuando era mi cumpleaños, cuando tenía algo medianamente inteligente que decir…-, me consideraba un ser extraño, ya que los demás estaban habituados a cosas a las que yo no me podía acostumbrar.

Por fin, sonó el timbre que indicaba que podíamos salir y el profesor de lengua, me entregó mi preciado DVD, finalmente pude ver la carátula que habían puesto.
Era un fotomontaje, todos los que habían participado tenían una pequeña imagen en las que se les veía, en el centro estaba un foto mía, de cuerpo entero, que supuse que hicieron el día que me había puesto la falda azul…, al menos, salía medianamente bien, dentro de mis posibilidades.

Cuando llegué a mi casa y entré en mi habitación vi que apenas quedaba nada sin empaquetar, mis libros y CD´s, había dejado claro que no quería que nadie los tocase, ya los empaquetaba yo, unas pocas prendas de vestir que apenas me ponía, la mayoría de mis peluches, ya me encargaría yo de guardar dos o tres (al menos al Señor Patucos o a la Señora Orejeras), también quedaban fotos que no me pensaba llevar excepto las que tenía en el ordenador que me lo llevaba y…, poco más. Dejé la mochila encima de unas cajas y embalé lo poco que quedaba con sumo cuidado.

Por la tarde, habíamos quedado, como la mayoría de las tardes, a las cinco en punto en el banco del parque. Y, como la mayoría de las tardes, llegué la primera…

Mis dos mejores amigos me hicieron esperar diecinueve minutos. Justo cuando me iba a ir aparecieron, cargados al parecer por un enorme paquete, que llevaba Jordi, y dos bolsas, que transportaba Celi, que llevaba la camiseta del oso panda que le había regalado para su cumpleaños, a las dos nos encantaban los osos.

- Perdona el retraso…

- Esto no es un retraso – dije medio en broma medio en serio – esto es dejarme medio-tirada…

- Venga no seas tan quejica. Toma – dijo Jordi dándome el enorme paquete.

- ¿Es para mí? – pregunté algo nerviosa…

- Nooo, es para el cura que se va a Madrid. Quería que lo sujetases mientras me ato los cordones… - bromeó Jordi. Cuando estaba nervioso sacaba su vena irónica.

- Pues el cura lo va a abrir ¿vale?

Sin esperar respuesta lo abrí. Era un enorme peluche, justo como a mí me gustaban, con forma de oso panda, muy suave y blandito…, era una pasada.

Me quedé sin palabras, les debía de haber costado una fortuna… Araceli me dio las bolsas que llevaba.

- ¿También para el cura?

- Sí.

Abrí la bolsa roja que era la más pequeña. En su interior había una camiseta negra, en la que, con letras de distintos colores ponía:

“Te echaremos de menos… No nos olvides… Te queremos… Esperaremos todos los días junto al móvil… Te necesitamos… Araceli & Jordi te echarán en falta.”

Abrí la bolsa verde, en cuyo interior había un marco rojo con dos vacas muy graciosas. Tenía puesta la foto que un tiempo atrás nos hicimos, salíamos genial los tres…

- Yo… no tengo palabras… No era necesario esto… Os lo agradezco de veras…

Me levanté y los abracé y le di un beso a cada uno.

2 comentarios:

  1. Hola!
    Imprecionante entrada. Me gusta mucho tu blog y tu forma de escribir, me uno a tu grupo de seguidores.

    Yo tambien tengo un blog de literatura (donde pongo mis creaciones literarias), me gustaria que te unieras a mi grupo de amigos y asi estar en contacto.

    Saludos,
    Tessa

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  2. ^^ Me alegro de que te guste ^^ ¿como se llama tu blog?

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